Es el último puto cigarro que queda y no se que hacer. Posibilidades hay muchas, guardarlo para otro momento, encenderlo ahora o simplemente mantenerlo un rato en la mano para mentirme un poco. Eso no debiese complicarme tanto. Pero sí, hoy sí me complica, y mucho. Sólo deseo el acto aislado de fumar, nada de salir a caminar, esperar el momento, buscar un buen disco o llegar a una buena conversación. Solo quiero el vicio de forma fácil y nada más. Si, soy un autómata y qué.
Quiero fumar pero me queda solo un cigarro y eso solo me hace pensar que al encenderlo ya no habrá un último dentro de la cajetilla y es entonces, tras aquel acto, cuando la necesidad surge desde la ausencia y no del placer mismo. Preferiría esperar al momento en que tenga otra cajetilla, así quizás pueda evadir el duelo de la dolorosa muerte del veinteavo compañero.
¿Y si lo fumo ahora? Ciertamente tendré lo que busco, pero eso no me deja realmente satisfecho, hay demasiado en que pensar, que hacer y que sufrir después de todo y antes que nada. Tengo esa sensación de no saber que carta mover cuando juego solitario, si saco ese as destapo pero si elijo el otro me queda una jugada más abierta. ¿Irse a la segura o jugar a ojos cerrados? Tanto cuestionamiento por tan poco dirán muchos. Sí, puede ser, y me doy vueltas en lo mismo una y otra vez, pienso en las formas de hacerlo lo mejor posible, sin embargo nunca he encontrado esa combinación en su forma pura.
Pienso en el humo de color y su latencia. Parece ser algo peculiar del vicio, suponer el movimiento y manejarlo, dejarlo estar y moverlo a voluntad, buscar formas en la argolla que corre bien hecha y más densa que el ambiente. A veces quiero creer que esas formas tienen sentido y razón. Pero este es mi humo y no el tuyo, y eso no significa que no te guste, pero insisto, es más mío que tuyo.
Las cenizas al cenicero y el resto donde tenga que ir. Así funcionan los sistemas, todo opera, querámoslo o no. ¿Y todo parte de donde? No lo sé ni tampoco pretendo saberlo, me interesa mi limitado y básico sistema, el resto tengo la seguridad que funciona de una u otra forma. Quiero un algo aislado de sus consecuencias reales. ¿Pido demasiado? Apelo a una necesidad básica, hacer por hacer, minimalismo de acción diría alguno por ahí, reduccionismo o adicción avanzada. Cualquiera de estas que sea la quiero, pero la quiero ya.
Quiero fumar pero me queda solo un cigarro y eso solo me hace pensar que al encenderlo ya no habrá un último dentro de la cajetilla y es entonces, tras aquel acto, cuando la necesidad surge desde la ausencia y no del placer mismo. Preferiría esperar al momento en que tenga otra cajetilla, así quizás pueda evadir el duelo de la dolorosa muerte del veinteavo compañero.
¿Y si lo fumo ahora? Ciertamente tendré lo que busco, pero eso no me deja realmente satisfecho, hay demasiado en que pensar, que hacer y que sufrir después de todo y antes que nada. Tengo esa sensación de no saber que carta mover cuando juego solitario, si saco ese as destapo pero si elijo el otro me queda una jugada más abierta. ¿Irse a la segura o jugar a ojos cerrados? Tanto cuestionamiento por tan poco dirán muchos. Sí, puede ser, y me doy vueltas en lo mismo una y otra vez, pienso en las formas de hacerlo lo mejor posible, sin embargo nunca he encontrado esa combinación en su forma pura.
Pienso en el humo de color y su latencia. Parece ser algo peculiar del vicio, suponer el movimiento y manejarlo, dejarlo estar y moverlo a voluntad, buscar formas en la argolla que corre bien hecha y más densa que el ambiente. A veces quiero creer que esas formas tienen sentido y razón. Pero este es mi humo y no el tuyo, y eso no significa que no te guste, pero insisto, es más mío que tuyo.
Las cenizas al cenicero y el resto donde tenga que ir. Así funcionan los sistemas, todo opera, querámoslo o no. ¿Y todo parte de donde? No lo sé ni tampoco pretendo saberlo, me interesa mi limitado y básico sistema, el resto tengo la seguridad que funciona de una u otra forma. Quiero un algo aislado de sus consecuencias reales. ¿Pido demasiado? Apelo a una necesidad básica, hacer por hacer, minimalismo de acción diría alguno por ahí, reduccionismo o adicción avanzada. Cualquiera de estas que sea la quiero, pero la quiero ya.
Es el último, pero el primero para comenzar todo lo que ya dije. Es el último de sus compañeros pero no de los mohicanos. Es uno de los muchos últimos, y el primero también, en empezar a serlo. Que sea entonces y que pase lo que tiene que pasar. No es más que eso, no puede pasar más que eso.
Ahora a buscar a las tropas y comenzar una vez más con todo el ritual. Mismos movimientos, mismas bocanadas, mismo cenicero, el único fuego, mismas ideas. Misma satisfacción, mismo daño, mismo juego, misma evasión, misma sensación, la misma mentira. Misma verdad, misma imagen, misma mano, mismo sabor. La misma ansiedad, misma boca, mismo rito. Yo mismo y las mismas palabras. Todo esto una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez.