lunes, julio 30, 2007

... Lámina Repetida...


¿Qué tan difícil es volver a escuchar un disco y una y otra vez?, ¿Qué tan difícil es volver a esas imágenes que guardamos sólo para nosotros mismos cuando no hay más que imaginar? ¿Qué tan difícil es pensar en lo difícil que todo puede ser? Todo se remite a las láminas repetidas del álbum de lo que nos gusta llamar vida. Siempre igual, siempre lo mismo, esperar al recreo y cambiar láminas.
- “La tengo, la tengo, la tengo, la tengo, la tengo, no la tengo”
- “la tengo, la tengo, la tengo, no la tengo”

Cambio a veces justo, a veces injusto. Formas que nos transportan y que buscamos para completar un álbum que nunca acaba y que siempre se llena más y más de esas nunca completables imágenes clave, autoadhesivas y a todo color, grandes, fijas, pero que nunca logramos encajar a la perfección. ¿Culpa nuestra que no sabemos pegar? ¿El apuro por completar? ¿Culpa de Él que nunca tuvo preocupación por hacer encajar todo como debería?
-“¿Tiene acaso todo que encajar?, ¿Tan fácil crees que es el truco?-“¿Y porqué no? ¿No se trata el cuento de encontrar en la simpleza lo complejo?
-“¿Es eso simple?
-“No. Es complejo, por lo que no tiene porque ser la respuesta ni mucho menos la salida.”
-“Entonces no es lo simple la respuesta, tampoco lo complejo. ¿Cuál es entonces la llave de la puerta?”
-“Nadie la tiene, nadie la ha encontrado ni nunca nadie la utilizará. Tan simple como terminar con todo y empezar con el resto. Toda búsqueda termina con una insoportable sensación de vacío. Nunca encontramos lo que realmente buscamos, pero somos expertos en encontrar excelentes placebos.”
-“Y eso encaja”
-“Eso es”
-“Eso es simple”
-“Es más complejo de lo que Tú crees”
-“¿Cómo puedes estar seguro de eso?”
-“Porque he juntado muchos álbumes, muchos completos, pero nunca, jamás he sacado un premio. Y Tengo muchas, pero muchas láminas repetidas.”

lunes, julio 16, 2007

viernes, julio 13, 2007

... Paso...


No pudo ser de otra forma, fue tan sólo de la forma que fue. El ritmo de mis pasos no daba atisbo alguno de conciencia. Paso simple, uno por delante del otro, y así sucesivamente, en un insoportable continuo vacío. Ningún movimiento siniestro, ningún vaivén. Sin juegos de líneas pisando las hojas ya blandas estampilladas en el suelo. El aire frío no se sentía, no se sentía tampoco lo afilado que estaba. El cuasi-descifrado diseño de la vereda parecía era hoy ciego y mudo. La banda sinfín se deslizaba con sus partes muy bien aceitadas, tan bien que daba fondo sin espectro al insípido golpe de cada pisar. La banda sonora, reticente de comenzar la pieza, estaba estática en un mortuorio olvido. Listos y dispuestos para interpretar su desquiciada cadencia, no escuchaban el respiro que siempre les da el vamos. Y ese respiro, que era pero no estaba, corría ahora con el exquisito gusto del sinsabor. La secuencia estaba detenida, abierta, fija en un punto ciego que resultaba ser una nada más amiga del todo que del resto.

Bastó el estruendo de un pestañeo para darme cuenta que cada respiro hacía armonía con cada inmutable paso. Y titubeé, y tambaleé, y casi pise una baldosa roja, y sentí las manos entumecidas, y sentí el aire frío por dentro, y mire al suelo, y automáticamente tuve que sacar un cigarro. Y me fijé en las baldosas y me acordé de tu canción. Y mi boca sabía a químicos, y me di cuenta donde estaba.

Sentir la insoportable sincronía de la calma hizo activar la secuencia, y recordé, y vi todo de nuevo, y todo está bien. No pudo ser de otra forma, fue tan sólo de la forma que fue.