Anoche llego un tipo extraño, era más bien mayor, delgado, alto y con barbas de fumador empedernido. Vestía un overol pulcro y poco institucional. Alguna idea tenía de cual era su misiva, entregar su mensaje y seguir su peregrinaje. Si bien teloneaba a la muerte no parecía preocuparse mucho por eso, más bien lo hacía por oficio, con relajo y hasta cierto gustillo de experto. Era como si hubiese sabido que venía, no me sorprendió en absoluto verlo.
Saludó tranquilo y como si nos conociésemos. Lo hice pasar a sabiendas de lo que luego sucedería. Comenzó a explicar mi desafortunado futuro mientras sacaba el sobre con las indicaciones que yo debía seguir. Ni siquiera las leyó, las conocía al revés y al derecho, tanto así que incluso me dio algunos concejos para no echar todo por la borda ni errar la acción. Mientras me explicaba el cómo, nunca el porqué, saco de su bolsillo una suerte de compás con el cual graficó sobre un papel un diagrama de campo; era sencillo, lo que estaba fuera no podía hacerse, lo que contenía el área q achuró era lo que me llevaría a la solución de mi suerte. No pude entender bien como se configuraba esa forma, pero si comprendí bien lo que no podía hacer.
No tengo certeza de la hora exacta, sólo que era ya bastante tarde. El rumor corría rápido entre los pasillos. Justo y cuando el hombre me daba las directrices de cómo terminar todo recibí una llamada, tuve que contestar. Llamaba preocupada porque había escuchado el rumor y sabía que, de una u otra forma, estaba cerca. Conteste sereno y dije que todo estaba bien, de hecho lo estaba, ya conocía mi destino. ¿Qué más podría hacer? No podía contarle a nadie y nadie podía siquiera suponer nada de lo que debía hacer o todo se volcaría tal y cómo sucedió con los demás. El hombre terminó su rutina y justo tras pasar la puerta dio media vuelta y me dijo: “Lee tres veces las reglas antes de seguir, no es imposible pero tampoco fácil”. Así, sin más, se fue.
Era extraño saber que mi muerte, y mi vida claro, dependían de un par de acertijos y de seguir el juego. Por qué preocuparme ahora si esa es la certeza única de la vida, alguna vez tendremos que morir, ¿Por qué no me altera saber que iba a desaparecer? Sabía que eran ya tres los que habían desaparecido sin motivo alguno. Ahora me tocaba a mí. No entendía en realidad por que tenía que pasar una prueba para encontrarme con la verdad única. ¿Acaso no se trata de que cuando llega llega? ¿Desde cuando el final viene predispuesto por cuestionario burocrático? En fin… comencé a descifrar todo. Me resultó complicado, lo hice pero sin entender mucho.
Aun cuando no llegué nunca a culminarlo, pude hacer una parte, y me resultó insulso. Números extraños y formas particulares eran para evitar algo que ya sabía ¿Para qué? ¿Por qué? Ni idea en realidad, y no tiene sentido tratar de reordenarlo. En definitiva es como cuando sueñas y recuerdas algo particular, un dibujo, una frase, una imagen, pero ¿para qué? No veo mucho sentido en buscar soluciones en sueños, son eso y nada más. Pero si podemos tomarlas y usarlas para cosas fútiles y poco trascendentes como esto que lees.
lunes, septiembre 25, 2006
... ni idea...
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario