No pudo ser de otra forma, fue tan sólo de la forma que fue. El ritmo de mis pasos no daba atisbo alguno de conciencia. Paso simple, uno por delante del otro, y así sucesivamente, en un insoportable continuo vacío. Ningún movimiento siniestro, ningún vaivén. Sin juegos de líneas pisando las hojas ya blandas estampilladas en el suelo. El aire frío no se sentía, no se sentía tampoco lo afilado que estaba. El cuasi-descifrado diseño de la vereda parecía era hoy ciego y mudo. La banda sinfín se deslizaba con sus partes muy bien aceitadas, tan bien que daba fondo sin espectro al insípido golpe de cada pisar. La banda sonora, reticente de comenzar la pieza, estaba estática en un mortuorio olvido. Listos y dispuestos para interpretar su desquiciada cadencia, no escuchaban el respiro que siempre les da el vamos. Y ese respiro, que era pero no estaba, corría ahora con el exquisito gusto del sinsabor. La secuencia estaba detenida, abierta, fija en un punto ciego que resultaba ser una nada más amiga del todo que del resto.
Bastó el estruendo de un pestañeo para darme cuenta que cada respiro hacía armonía con cada inmutable paso. Y titubeé, y tambaleé, y casi pise una baldosa roja, y sentí las manos entumecidas, y sentí el aire frío por dentro, y mire al suelo, y automáticamente tuve que sacar un cigarro. Y me fijé en las baldosas y me acordé de tu canción. Y mi boca sabía a químicos, y me di cuenta donde estaba.
Sentir la insoportable sincronía de la calma hizo activar la secuencia, y recordé, y vi todo de nuevo, y todo está bien. No pudo ser de otra forma, fue tan sólo de la forma que fue.
Bastó el estruendo de un pestañeo para darme cuenta que cada respiro hacía armonía con cada inmutable paso. Y titubeé, y tambaleé, y casi pise una baldosa roja, y sentí las manos entumecidas, y sentí el aire frío por dentro, y mire al suelo, y automáticamente tuve que sacar un cigarro. Y me fijé en las baldosas y me acordé de tu canción. Y mi boca sabía a químicos, y me di cuenta donde estaba.
Sentir la insoportable sincronía de la calma hizo activar la secuencia, y recordé, y vi todo de nuevo, y todo está bien. No pudo ser de otra forma, fue tan sólo de la forma que fue.
2 comentarios:
Comentario nerd acerca de algo mramente textual:
Por ahí hablas del "espectro" o, para ser más exactos, de la ausencia del mismo en el fondo del insípido "golpe de cada pisar".............................
...................................
..........¡Esto es una señal que me será un recordatorio!¿Por casualidad no has leído o escuchado lo que Th. W. Adorno dice con repecto al "espectro" en su "musicología"? En lo que, al menos, respecta a mí, aún no lo hago, pero se me ha apareció hace poco el tema leyendo pequeña parte de la correspondencia entre el ya mensionado alemán y otro igual o más célebre llamado Th. Mann.
Bueno, me guardo para un momento más oportuno todos los comentarios correlativamente contrarios a éste. Si quieres continuar -a dúo, obviamente- algún telar olvidado en dos por ahí, me respondes la pregunta.
Auf Wiedersehen
¡Agggg, me equivoqué!: yo no soy Arturo, sino C. Gunckel
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